SUIZA Y EL TÚNEL SIMPLON
Una vez recuperado la primera pieza del simulacro en Poissy los investigadores regresaron rápidamente a Paris y embarcaron por fin en el mundialmente famoso Orient Express. Tenían dos pistas que seguir: la carta de un desconocido llamado Edgar Wellington desde Suiza y la compra de una pieza (que podría ser el torso del simulacro) por el director de atrezo de la ópera de Milán.
Así que la siguiente parada lógica era Lausana.
El viaje hasta Suiza fue tranquilo disfrutando de todo el lujo que es capaz de ofrecer el expreso. Tras la magnífica cena pasaron un rato al coche-salón y allí pudieron conocer a algunos otros pasajeros, todos ellos de la elite europea. Especial mención tiene el rato que pasaron junto a la soprano Catherine Cavollaro que además de obsequiarles con una sublime interpretación de la Aida de Verdi tuvo a bien invitarlos a su próximo estreno en la Scala de Milán. La velada terminó y la frontera franco-suiza fue puro trámite así que por la mañana temprano los investigadores bajaron del tren en Lausana.
El tal Edgar W. resultó ser un inglés afincado en Lausana después de la guerra que había abierto una tienda para convertirse en taxidermista (y aficionado al ocultismo). Pero ya en su primera visita los investigadores se percataron que alguien estaba vigilando a Edgar y que este estaba muy nervioso y ocultaba algo. Costó un poco desenmarañar lo que ocurría pero tras una par de surrealistas y divertidas escenas (que incluyeron el interrogatorio a uno de los hombres que vigilaban la tienda y el propio secuestro del taxidermista) los pjs consiguieron hacerse una idea de lo que estaba pasando:
Edgar W. había conseguido, por casualidad, uno de los cinco pergaminos que en el siglo XI el turco apostata Sedelfkar escribió sobre El Simulacro. Como aficionado al ocultismo Edgar se puso a investigar y sus descubrimientos le llevaron hasta la mansión de Poissy donde envió la carta que, meses después, los personajes encontrarían abandonada en el buzón. Como durante meses su carta no recibió respuesta la investigación de Edgar sobre la estatua quedó en punto muerto.
Sin embargo si encontró varias referencias acerca del paradero del resto de pergaminos llegando a la conclusión que los otros cuatro documentos de Sedelfkar habían sido comprados durante las últimas décadas por el museo Topkapi. Finalmente, cansado de esperar una respuesta desde Francia que no llegaba, decidió enviar una carta al museo de Constantinopla para (sin revelar que el tenía una de las partes) solicitar una traducción o algo de información de los otros pergaminos.
Del museo no recibió ninguna respuesta pero días más tarde llego a Lausana un inquietante personaje, El Duque del Esseintes, que desde entonces le vigilaba y acosaba.
Cunado los ps convencieron a Edgar que ellos no eran una amenaza y que podían ayudarle, el taxidermista ofreció venderles el pergamino que tenía guardado en la caja de seguridad de un banco local. Como medida de seguridad Edgar había escondido la llave de la caja en su vieja cabaña de caza, a unas tres horas de viaje a orillas del lago Leman. Alquilaron un par de coches y partieron de inmediato.
En mitad de la noche los investigadores van en dos coches hacia la cabaña cuando de repente algo golpea contra el techo del primer vehículo y la conductora no consigue mantener el control. Dos criaturas aladas que no eran cuervos, ni topos, ni buharros, ni seres humanos en descomposición les atacan. Por suerte en el segundo coche uno de los personajes impacta contra los monstruos con un par de certeros disparos de escopeta. Parece que "el duque" tiene muchos recursos.
En todo momento los investigadores desconfiaron de Edgar pensando que les ocultaba algo y finalmente descubrieron que el pergamino que este guardaba en el banco era una falsificación y que el taxidermista siempre había tenido el original escondido en el interior de una animal disecado de su tienda. Lamentablemente la escapada a la cabaña había permitido a los hombres del "duque" registrar por completo la tienda y encontrarlo.
A partir de aquí el resto de la sesión transcurrió nuevamente a bordo del Orient pues los personajes siguieron al "duque" hasta la estación de Lausana y vieron que este tenebroso individuo también tomaba el tren hacia Milán. Como tenían en sus manos la falsificación de Edgar trazaron un plan para tratar de pegarle el cambiazo, plan con el que finalmente consiguieron el pergamino original pero que concluyo con el arresto de una de las investigadoras por el personal del Orient y entrega a la policía Suiza.
Al abordar el tren los jugadores empiezan a planear como hacerse con el pergamino
El resto de personajes tuvo que bajar también del tren a toda prisa pues habían liado un buen follón que incluía entre otras cosas una camarera sedada con morfina, suplantación del personal del tren, y el intento de atacar a un revisor con un pañuelo lleno de cloroformo (por no mencionar que uno de los personajes estuvo a punto de soltar el último de los vagones del tren)
En definitiva. sesión muy divertida de las que hacen historia.
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